lunes, 4 de abril de 2011

Prohibido leer esto

Al verbo ‘Prohibir’ se la ha dado otra connotación, a pesar de su expreso significado. Para mucha gente quiere decir: “Tranquilo, hágale, bien pueda, que no pasará nada”. En cualquier parte donde aparezca la palabra ‘Prohibido’, en realidad está indicando: bienvenido, disfrute de lo que no se permite. Y todos, absolutamente todos le estamos cambiando el significado, desde el hijo que prende el Play Station sin permiso hasta el que anda en botas machita de rebelde en las montañas y si no es así, entonces ¿Por qué accedió a leer este texto?

Una hipótesis del origen de nuestro comportamiento con esa palabra puede estar en los primeros días de la humanidad. Concretamente en aquellos momentos en los que Dios les enseñaba el Edén a Adán y Eva. Quizás Él no supo expresarse adecuadamente, quizás la pareja era tímida y no pidió que Dios repitiera la lección, lo cierto es que hubo una especie de confusión en la parte del manzano prohibido. ¿Que fue culpa de la serpiente? No, no, Bush no había nacido todavía… entonces por no aclarar qué era lo que ‘Prohibido’ quería decir exactamente es que después a Eva le pasó lo que le pasó.

Y el que se encargó de reportar la historia tampoco aclaró y por el contrario vendió el ‘Prohibido’ como una tentación y el resto de la humanidad por los siglos de los siglos así lo interpretó. Por eso, en nuestros días, encontrarse con ‘Prohibido’ por ahí es causa de éxtasis, de que algo emocionante está por ocurrir.

‘Prohibido’ es la clave para entrar a un mundo incitante, es el paraíso infernal que suelen pintar. La emoción que siente un menor de 18 cuando está en Internet, al darle clic al “sí, soy mayor de 18” es incomparable: Acceso a un sinnúmero de diversiones que por ser menor de edad no puede tener (Usted se imaginará la clase de sitio web al que está entrando, yo sólo sugiero la regla general… ¡pervertido!) Pero como dije antes, a todos nos pasa. ¿Quién no ha violado la norma?

Prohibición global

No existe una ciudad en el mundo donde no se burle al ‘prohibido’. Hasta en los más extremos regímenes hay detractores, ni en Pyongyang, Corea del Norte, el prohibido significa lo que la letra dice que debe significar. En Cuba, Fidel dijo prohibido salir y los cubanos empezaron a poblar Miami; en Iraq era prohibido tener armas de destrucción masiva pero Estados Unidos fue por ellas; en el Mundial de fútbol era prohibido tocar el balón con la mano, pero Maradona inmortalizó el gol de la mano de Dios; En Colombia se prohibió recibir dineros ilícitos y Samper fue presidente.

Así que no importa en qué idioma se escriba, siempre se interpreta igual. ¿Por qué esa atracción a querer ejecutar lo prohibido? Algunos estudios concluyen que es la adrenalina que secreta el cuerpo la que causa la excitación de romper la regla. Lo que significa que si una persona quiere emoción, necesita que su cuerpo genere adrenalina y para que produzca adrenalina puede tirarse de un puente atado a una soga, ir en una canoa por las aguas del Guaraní, montarse en una Ducati o pararse en la Jiménez después de las 10 de la noche. Claro aquí se supone que lo prohibido viene en combo: Actividades peligrosas = Actividades prohibidas, en otras palabras: Tranquilo hágale, bien pueda mátese, que no pasa nada.

No todo es adrenalina

Los científicos se quedaron cortos. No todo lo prohibido genera adrenalina, pero sí atracción. ¿O acaso estacionarse en la calle es una actividad extrema? Extremo debe ser estacionarse en los parqueaderos públicos, creo yo… Lo ‘prohibido’ se metió con tal profundidad en nuestras vidas que ya se convirtió en rutina. Hay casos en los que suena el despertador, viene un bostezo,  se hace lo prohibido y luego otro bostezo y a seguir como si nada (Imagínese lo que quiera en la parte entre bostezos prohibida anterior) Lo prohibido es tan común que se hace en masa, como botar colillas de cigarrillos en la calle. Eso es arrojar basura en sitios públicos, lo que no está permitido, pero qué fumador se emociona por buscar una caneca para su colilla… ¡Ninguno! Comprar películas pirateadas en San Andresito no es que sea muy legal que digamos, pero no genera ni cinco de adrenalina, tampoco.

La violación a lo prohibido llega al descaro de corromper las normas que establecen las prohibiciones. Basta con ir al centro de Bogotá y encontrar pirateados: La Biblia, la Constitución, el Código de Policía, etc… Es tan común que ya ni siquiera quienes están encargados por velar el cumplimiento de la norma se esfuerzan por evitar las violaciones. Que haya buses con gente hasta en la registradora, que nada pasa; que en cada casa existan CDs de vallenato mal quemados, que nadie va a decir nada; que sigan descargando programas ‘hackeados’ que por eso no los van a detener.

Mis propios pecados

Todos tenemos una gran colección de prohibiciones mandadas al carajo. Es hora de confesar algunas mías, como por ejemplo hundir el acelerador del carro hasta lo que le dé cuando voy por la autonorte entre la 153 y la 170. O por ejemplo, tener el descaro de exigir que la película me salga buena, sabiendo que estoy en San Andresito…

Quizás la prohibida más olímpica fue cuando tuve que adaptar todo lo que me rodeaba a condición estudiantil, es decir, que todo me costara a precio de estudiante. En el exterior, quien está estudiando tiene beneficios: transporte, alimentación, servicio médico, entretenimiento, entre otras. Lo que sucedió fue que la condición de estudiante no iba a durar para siempre y eso significaba que aquellos beneficios se iban a terminar.

Mi genial idea fue inventarme un carné con un logo original y una institución sacada de las Páginas Amarillas. El crimen funcionó. Con ese carné seguí portando los beneficios estudiantiles, sin serlo. Presentar esa identificación ante quien me la pedía generaba demasiada adrenalina, siempre tenía la duda de que no se iban a creer el cuento. Hacer lo prohibido era emocionante… y ahorrador.

Sin embargo, no fue el crimen perfecto. Hubo allegados que se enteraron de mi artimaña y cuando ellos se vieron en mi misma situación me pidieron el favor de que les ‘ayudara’ con su problemita. Total, después hubo más personas cargando esos carnés ‘prohibidos’. Ahora, que ya no necesito de esa maniobra, simplemente me detengo a escuchar casos de gente en otros lugares que hace lo mismo; siento algo de alivio al saber que yo no era el Capo del Carné. Esa idea no era original después de todo. Sin embargo es el colmo que todavía me pidan el favor… Lo siento señores yo ya me regeneré, ese mundo quedó en el pasado. Quisiera decir les prohíbo que me busquen para esa clase de favores, pero si lo digo, pues ya saben qué pasa…

El comportamiento humano sería diferente si ‘prohibido’ no fuera lo que es. No nos conformamos con la definición que le dio la Academia. O tal vez sí, en realidad sí queremos que sea ese el significado, porque así sabemos que siempre vamos a estar invitados a hacer lo contrario a su definición.

En definitiva, creo que la solución fácil sería optar por cambiar oficialmente el significado al verbo y que prohibido sea un sinónimo de permitido. Es la opción lógica, pero ojalá no ocurra, que las Academias no toquen el verbo nunca, prefiero seguir con la herencia interpretativa de Adán y Eva. Si le dieran otro significado a ‘prohibido’ seguro habría que buscar otra forma de generar adrenalina porque ya no sería tabú, no excitaría, no habría esperanzas para los cubanos, no tendrían sentido los ‘hackers’, no podría acelerar en la autopista… mejor dicho QUEDA PROHIBIDO TOCAR EL SIGNIFICADO DE PROHIBIR.

Twitter: @alejodiceque

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