No, no fue el partido de Messi y sus amigos. No fue la
exhibición de Djokovic y Nadal. Fue el original. El verdadero, el inolvidable e
inconfundible espectáculo que dirige Don George.
Pensé que no iba a ser terrible. Cuando me enteré que Don
George visitaba estas tierras, me dio risa. Simpática la vaina. ¡Quién iba a
imaginar que él y su parafernalia iban a terminar justo a donde me encontraba! Algo así como Kinda Fun!
Sé que el show de las estrellas en el pasado tuvo la osadía
de ir a Caracas, (pasable), ¡A Londres! (Increíble) y algunos otros sitios que
no recuerdo. Pero, igual, el punto es que el show ya fue internacional, ya se
bañó en aguas del otro mundo. Así que de alguna manera ya tomó estatus.
Tal vez no debe ser vergonzoso pensar en que si uno aparece entre
el público asistente al Show de las Estrellas no hay nada que temer, el orgullo
quede intacto y se salve el ego; incluso, quizás hasta genere envidias.
Eso fue lo que pensé aquél día justo antes de que por
aquellos parlantes anunciaran que el Show arrancaba. Sentía nervios de sólo
querer asomarme al lugar donde armaron el escenario. Fisgonear un poco para ver
gente, reacciones, emociones, actuaciones, todo lo que pudiera darme fuerzas
para ser un espectador más, o por el contrario, para quitármelas y poner pies
en polvorosa y esconderme lo más lejos posible a donde ni mi sombra se notara,
para no sentir ninguna presencia ‘artística’ cerca de mí.
Pueblo fantasma
Por supuesto, El show de Don George fue la única noticia ese
día. Fue la única actividad masiva en el pueblo. No hubo calle ni cuadra donde
El Show no se mencionara. Así que era imposible evadirlo y no sentir curiosidad
por sumarse al río humano y asomarse, aunque fuera para ver de lejitos al
único, al de siempre, al autor de tanta algarabía.
La gente estaba extasiada. Una señora dijo: “Es la primera
vez que en 17 años viene Don George a nuestro pueblo”. Mientras yo la
escuchaba, de labios para adentro yo solo repetía: “OMG, OMG, O-M-G ” .
Era indudable, las mujeres como siempre se enloquecen con la
música y en este ‘Show’ inédito no podía haber excepciones. Ellas se
encaramaban encima de los hombros de ellos. Alzaban los brazos, gritaban,
sudaban, rasgaban sus voces de emoción. ¿Y yo? ¡ufff! Ni un pelo de envidia, no
tenía compañía y menos mal me hice de lejitos, casi que escondiéndome en uno de
los dummies de una mayonesa para que nadie me untara su emoción. GET ME OUTTA HERE!
Y como era el gran evento, pues hasta refuerzos policiales
del resto del departamento llegaron. Más vigilados no podíamos estar. Mientras
la Policía patrullaba el pueblo fantasma, los demás estábamos en el escenario
haciendo historia para el municipio, gracias a Don George.
Diferencia de estatus
Y, ahí, en medio de dummies gigantes de cuanto producto de tienda
puede existir y que el pueblo, quizás ni la mitad de esas marcas conoce, estaba
preguntando por la nómina de artistas. Era una buena cantidad, creía yo que con
todos los que se presentaban seguro podían grabar como un mes entero de
programas. A propósito ¿cuánto es que dura cada programa? Esta es la hora que
no sé. Ojalá el fin de semana no se me olvide encender el televisor y
sintonizar el canal uno todo el día, porque ni siquiera sé a qué hora lo pasan.
Si no estoy mal, creo que hasta repeticiones del Show pasan a lo largo del día.
Pero yo no quiero ver otros pueblos, otras presentaciones ni otros artistas. Yo
quiero ver el Show del que hice parte y fui historia. THIS IS INSANE!
No conocía a ninguno de los que se presentó. Bueno había
oído mencionar a Giovanni Ayala, que diría fue el que derritió al pueblo,
quizás por eso fue que lo dejaron para el horario de éxtasis, cuando ya no
había sol y era la ‘magnífica’ iluminación del escenario la que le daba vida al
‘Show’.
Pero ojo al dato. Estaba Fulanito. Sí el internacional Fulanito
se presentaba. Eso es estatus. Adiós pena, bye bye ego. Con Fulanito la cosa
era a otro precio, tal cual Festival de Canterbury.
El climax
Hasta que llegó lo que yo quería realmente oír: “¡Aaaaaagüita
para mi gente bella, agüita, agüita!”... Eso fue un revuelto de emociones
incontenible, pero el atrevido de Don George no terminaba de dar el grito de
batalla cuando sacaba el otro: “¡Eeeeeentusiasmo!” y la gente con esos
inflables de plástico en sus manos que entregaba el patrocinador ovacionaba la
celestial arenga de Don George. Ante tanto éxtasis yo solo podía hacer una
cosa: ¡HUIR!
Como pude evité la grúa, la tarima y las otras dos cámaras
que estaban grabando. Me fui rápido y ligero. Esperé con ansiedad, me camuflé como
pude, quería comprobar si mi valor era más fuerte que mi ego. Don George, tu
grito de batalla me hizo comprobar que no es así, me pudo más el ego y me
hiciste salir hacia el terminal a comprar el primer tiquete de bus que me
sacara de ahí. Cada vez que escuchaba la voz de Don George a lo lejos era como si Jenny le estuviera gritando a Forrest: RUUUN FORREST, RUUUUN!
A la media noche terminé en una flota rumbo a la ciudad. No
soy capaz de seguirle los pasos a Don George. Soy inútil para cantar los ‘jingles’
de sus patrocinadores. No le doy la cara a la manguera del agüita para la gente
y no me entusiasmo, por el contrario, me asusto.
Al final quise un final feliz huyendo en flota, pero quien
es de malas no deja de serlo así nada más y por eso tuve que compartir un
viajecito de huida de ocho horas con parte del staff de Don George, que tenía
reservado medio bus para el regreso. ¡Eeeentusiasmo! ¡OMG!.
PD IMPORTANTE: El dueño del blog me prestó su blog para
desahogar mi historia, pero aclaro que no es él y como quiero ser un NN por si algún
terrícola me llega a reconocer en la emisión del programa, tampoco voy a decir
quién soy yo.
Twitter: @alejodiceque
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